Gerrit Dou: La mujer hidrópica

Paradojas de la vida, este cuadro de Gerrit Dou llamado «La mujer Hidrópica» fue el que hizo germinar en Dalí un cambio de opinión sobre su pintor favorito. Para él, Vermeer era, hasta ese momento, el más grande de todos los pintores, pero hasta entonces lo descartaba por el simple hecho de que este autor era el preferido de su padre. Después de la muerte de su progenitor, contemplando el cuadro manifestó una clara fascinación:

Pintado sin pretensión alguna, pero con una nobleza que lo supera todo, una cantidad de matices tal que no se puede imaginar que un ojo humano los hubiera advertido. La fotografía jamás será capaz de sutilezas semejantes. Es la voluptuosidad total. Indiscutiblemente, ese es el camino a seguir.
Salvador Dalí, sobre el cuadro «La mujer Hidrópica» de Gerrit Dou.

Gerrit Dou: La mujer hidrópica (1663). Óleo sobre tabla. 86 x 67,8 cm. Museé du Louvre. París.

Así mismo, Gerrit Dou fue uno de los pintores favoritos de Luis XIV y desde que Rembrandt se trasladó a Amsterdam (en 1631), Gerrit Dou se convirtió en el pintor más importante de Leiden; una ciudad que, además de por su famosa universidad, destacaba por ser el principal centro productor de arte al gusto de la época. De hecho fue alumno de Rembrandt, de él adquirirá el exquisito uso del color y la forma de plasmar los más sutiles efectos del claroscuro.

Pero centrándonos en el cuadro, en él se representa una escena de género, la anciana, paciente del médico que se encuentra de pie a su lado está examinando una muestra de orina a través de un recipiente de vidrio. Ambos están en penumbra, vestidos según su condición, ella simplemente con un camisón y él con el traje típico de los galenos en la época. Al lado de la anciana se encuentra una mujer de edad madura que sostiene una cuchara, con la que probablemente ha intentado dar de comer a la paciente que descansa con la cara vuelta hacia la luz de la ventana, y otra joven se encuentra de rodillas a los pies de ella sosteniendo su mano, con gesto de gran tristeza. Se trata de tres generaciones de mujeres cuyo vínculo emocional (de ahí la calidez de los gestos) resulta más que evidente, contrapuesto con el análisis exhaustivo y frío del médico, que intenta dar un certero diagnóstico. Durante toda su carrera, Dou crearía como unos veinte cuadros en los que se representa la uroscopia. Esto nos da una idea de la importancia y asiduidad con la que los médicos de la época la practicaban.

Muchos profesionales, como Thomas Brian en su panfleto «El profeta del Pis» (1637), condenaron los frecuentes abusos que originó esta práctica por parte de charlatanes y falsos médicos. Con el avance de la medicina, a partir del siglo XVIII y, sobre todo, durante los siglos posteriores, la uroscopia dejó de tener importancia como método diagnóstico, y los artistas dejaron de representarla.

La hidropsia era una enfermedad relacionada con el exceso de fluidos en el interior del cuerpo, causando debilidad de las extremidades o congestión pulmonar y cardíaca. Como hemos dicho anteriormente, en la época que Dou pintó esta obra, uno de los métodos habituales era el análisis de orina o uroscopia. La orina se vertía en un frasco de cristal denominado matula, igual al que sostiene el médico de esta obra. El análisis incluía la observación del color, los sedimentos y la densidad, oler, e incluso probar la muestra para determinar su acidez. Luego se comprobaban los resultados con una lista general, de hasta 20 gradaciones de color, con sus correspondientes explicaciones y diagnóstico.

Lo cierto es que Dou era sumamente meticuloso, minucioso, detallista el máximo, paciente a la hora de dar por terminada una obra, con estricto control en el orden y la limpieza, hasta tal punto que incluso se cuenta que él mismo fabricaba sus propios pinceles. Se especializó en obras de pequeño formato, con escasos personajes, donde se reproducen los efectos de la luz (ya fuera luz natural, que entraba por una ventana, o la que podía producir la llama de una vela) como pocos lo han conseguido, con colores admirablemente frescos y transparentes, y un efecto general delicadamente armonioso.

Si os gusta la obra de Dou, podéis adquirir una reproducción de otro de sus lienzos.

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