[…] – ¡Mire arriba! –dijo Starbuck de pronto–. ¡El fuego de San Elmo en lo alto del palo mayor!
En efecto, los brazos de las verjas estaban rodeados de un fuego lívido, y las triples agujas de los pararrayos lucían con tres lenguas de fuego. Los mástiles enteros parecían arder.
– ¡Fuego de San Elmo, ten piedad de nosotros! –gritó Stubb. […].
Moby Dick (1851). Herman Melville (1819-1891).
¿Qué es el fuego de San Telmo?
Se conoce como fuego de San Telmo (St. Elmo para los anglosajones, San Pedro para los italianos o San Nicolás para los rusos, entre otras acepciones), al fenómeno meteorológico que produce un resplandor brillante blanco-azulado, que en algunas circunstancias tiene aspecto de fuego, a menudo en dobles o triples chorros surgiendo de estructuras altas y puntiagudas como mástiles o chimeneas.
El fuego de San Telmo en la antigüedad
El fenómeno, que se conoce desde las civilizaciones más remotas -‘Helena’ lo llamaban los Griegos, literalmente ‘antorcha’-, toma su nombre de San Erasmo de Formia (conocido como San Elmo. m. 303 d. C), patrón de los marineros, quienes habían observado el fenómeno desde la antigüedad y creían que su aparición era de mal agüero, atribuyendo la causa a fenómenos paranormales o místicos.
El fuego de San Telmo según la Ciencia
Aunque se le denomina ‘fuego’, la verdad es que no quema. Es un fenómeno eléctrico que consiste en una chispa continua llamada ‘descarga de corona’ que a diferencia de los rayos, no se desplaza.
Físicamente hablando es un plasma de baja densidad y relativa baja temperatura, provocado por la ionización del aire dentro del fuerte campo eléctrico que originan las tormentas eléctricas, sobrepasando su valor de ruptura dieléctrica, y se produce con más frecuencia en objetos afilados que necesitan menos voltaje, debido a que el campo eléctrico es más fuerte en las zonas de gran curvatura, como puede ser la punta de un mástil. El brillo blanco-azulado se debe al nitrógeno y al oxígeno de la atmósfera.
A modo de curiosidad, la idea para este artículo surgió mientras leía el magnífico libro de Jordi Pereyra Marí, ‘Las 4 fuerzas que rigen el Universo’. Podéis adquirirlo desde Amazon