Viendo la locura, la sinrazón de la mente humana, el comportamiento irracional de algunas personas y mi ignorancia al respecto, decidí investigar un poco sobre el tema y la verdad es que todo lo que he leído supera con creces cualquier película de terror, gore o de ciencia-ficción que haya visto. Empezaré con la historia de la psiquiatría y sus personajes.
Breve historia de la psiquiatría
La palabra psiquiatría proviene del griego psique (alma) y atria (curación). O sea, la ciencia que se ocupa de estudiar la mente y su tratamiento de las enfermedades mentales; tema muy extenso, a la par que triste y cruel, además de seguir, en pleno siglo XXI, siendo un tema tabú. Se trata de un área del conocimiento humano, en la que todavía estamos en pañales. Hagamos pues, un rápido recorrido por la historia de la ciencia de la psique.
La psiquiatría en la Edad Antigua
Como ciencia propiamente dicha, no aparece hasta principios del siglo XIX, aunque ya en tiempos remotos, existe constancia de cierta preocupación por lo que iba más allá de las dolencias meramente físicas, como en el Ayurveda, texto sagrado de la medicina hindú, o en ciertos documentos Sumerios, que relatan, en tablillas grabadas con escritura cuneiforme, la influencia sobre los hombres de demonios y dioses espeluznantes. Sin olvidar tampoco a la civilización azteca, con Tlazoltéotl, diosa de la locura, la fertilidad y la lujuria. Esta divinidad se adueña del hombre provocándole convulsiones o locura. Los egipcios también relatan casos evidentes de epilepsia, que trataban mediante la técnica de la trepanación y han sido hallados numerosos documentos en los que se describen claramente casos de lo que hoy se consideraría esquizofrenia.
También los griegos con Sócrates, Platón e Hipócrates, y los romanos con Celso y Galeno trataban dolencias mentales. En concreto Galeno, afirmaba que la locura puede estar en el organismo (por ejemplo, la producida por daño cerebral o alcoholismo), o en la mente (desengaños amorosos o traumas infantiles), Por otra parte, consideraba también que ciertas enfermedades, como la epilepsia, eran causadas por alguna posesión demoníaca. Después de todo, en esta época destacaba el fanatismo religioso y la tendencia de culpar al demonio y a los actos y pensamientos impuros, de todo aquello que no se podía o se sabía explicar de otro modo.
La psiquiatría en la Edad Media
Ya en la Edad Media, Tomás de Aquino sostuvo que el alma también puede trastornar el cuerpo y la mente sin necesidad de cometer actos impuros. Además, defendió la importancia de la introspección, abriendo así la puerta al psicoanálisis, que no se desarrollaría hasta casi 700 años más tarde, por el célebre Sigmund Freud.
Aunque, más allá de la historia de la propia Ciencia de la psicología, resultan especialmente sorprendente los centros mentales, esas instituciones en las que dejamos a nuestros seres queridos acuciados por lo que también se ha llamado la enfermedad del alma y arrastrando nosotros, los familiares, el tabú, la vergüenza y la ignominia que todo este tema comporta. Después de todo, sí nos duele algo físico lo normal es ir al médico, pero si la dolencia es mental, a muchas personas les cuesta acudir al psicólogo o al psiquiatra. Curiosa percepción de la salud, la nuestra.
En cuanto a las primeras instituciones psiquiátricas del mundo provienen de la civilización árabe, concretamente en Bagdad, en el año 792, en El Cairo en el 873, en Damasco en el 800 o en Granada en el 1365. Pero no penséis que eran lugares terapéuticos y piadosos, en realidad eran centros de detención y contención. Sencillamente cuando no sabían qué hacer con alguien, le encerraban y tiraban la llave.
Y así se mantuvieron las cosas, sin cambios especialmente relevantes, hasta el Siglo XIX, donde hubo un verdadero reconocimiento e interés por tratar las enfermedades mentales, pero al mismo tiempo provocó situaciones excesivas, ridículas y surrealistas.
Antiguas causas de ingreso en un manicomio
- La masturbación: su práctica podía llevar a la locura (con la excepción de su oscura práctica terapéutica para tratar la “histeria” femenina).
- Ser gay, lesbiana o perseguir cualquier otro tipo de ejercicio de la sexualidad que se saliese de las tradicionales tendencias heterosexuales.
- La epilepsia.
- Infidelidad o rechazar a un amante (así de contradictorios eran).
- Conducir a alta velocidad.
- Ser pobre: en realidad era una cuestión de necesidad, pues muchos se veían obligados a internarse en estos centros porque, al menos así, tenían cama y comida.
- La enfermedad de corea de Huntington. ¿Y qué es la enfermedad de Corea de Huntington? Pues lo que comúnmente se conoce como el baile de San Vito, cuya historia resulta, cuanto menos, desconcertante. Vito fue un niño siciliano, de entre 7 y 12 años, de familia acomodada e hijo de un judío, que se bautizó a escondidas de su Padre. El pobre niño fue encarcelado y martirizado por su fe cristiana, junto a su nodriza y a su maestro. En la iconografía cristiana se representó al Santo en una caldera de aceite hirviendo, aludiendo a su muerte, pero lo sorprendentes es que cuando todos esperaban verlo achicharrado, el niño empezó a bailar de manera que contagió a toda la corte imperial. Hay quien considera este suceso un caso de histeria colectiva. Sea como fuere, semejante hazaña convirtió a Vito en el patrón de los bailarines. Por cierto, no es el único caso: en París, en 1518, Frau Troffea, empezó se puso a bailar súbitamente y estuvo así durante varios días seguidos, contagiando a más de 400 personas en un frenético baile que provocó de muchos de estos contagiados por paros cardíacos y dolencias derivadas de esta histeria danzarina. Hubo más acontecimientos de este tipo, como en Hamburgo.
- Ser hijo de alcohólicos. Sí, también confinaban a los niños en estos primigenios centros psiquiátricos y, por supuesto, sin ningún tipo de reparo a mezclarlos con el resto de población adulta de aquellos lugares, rodeados de enfermos y delincuentes peligrosos y sometidos a las mismas condiciones de insalubridad y falta de alimentos que el resto de los internos. Existe constancia, a través de una sentencia judicial, de una mujer con seis hijos y de escasos recursos que, viendo que su marido alcohólico no les proveía de alimentos y/o elementos básicos y además la maltrataba, decidió dejar a sus hijos en un centro de estas características, aunque estuvieran en su sano juicio. Y todo con la aquiescencia de la opinión pública. Pues incluso ya entrado en el siglo XX, concretamente en 1913, un periódico de Chicago se hizo eco del frío y cruel testimonio de un médico que se preguntaba si no había otra cosa que hacer con estos “niños idiotas, enfermos y epilépticos” que debían alimentar y darles cama.
Por otra parte, y como suele ser tristemente habitual a lo largo de la historia, las mujeres lo tenían todavía más difícil para proteger su libertad. Especialmente aquellas que fueran asiduas a la lectura, estudiosas e inteligentes, como en el caso documentado del padre que encontró a su hija a las cinco de la mañana leyendo un libro y la encerró siete años en un psiquiátrico. Me da a mí que muchas de estas familias lo que querían era quitarse de encima a sus parientes más molestos.
Y muchas más… Como veis, en el siglo XIX, podían encerrar a cualquiera por motivos verdaderamente ridículos, aunque la gente sin recursos y las mujeres se llevaban la peor parte.
La palabra loco se ha usado para clasificar a personas inteligentes, extravagantes, estudiosos, artistas, inquietos y curiosos. Sinceramente, no me extraña que los centros psiquiátricos de aquellos años, tuvieran tantos problemas de hacinamiento y de solvencia.
Todo esto provocó que abrieran muchos centros psiquiátricos privados ya a partir del siglo XVIII, a menudo regentados por empresarios sin escrúpulos, que se hicieron ricos con estos centros, practicando tratamientos inhumanos, denigrantes y, en demasiadas ocasiones, mortales.
En 1792, en París, se llevó a cabo un experimento en el cual, a los internos de los frenopáticos, les fueron retiradas las cadenas, las mordazas y demás elementos de contención. Les limpiaron también las habitaciones, les dejaron disfrutar del sol y el aire libre… Les dieron, en definitiva, un trato humano y cariñoso. Ante el asombro de la curia, el experimento fue un éxito. Muchos de los considerados locos de remate pudieron dejar el centro, ya fuera por haberse recuperado totalmente o por mejorarse lo suficiente. Aunque, como no podía ser de otra forma, este tipo de terapia empezó para los adinerados y no fue hasta mucho tiempo más tarde, que se equiparó (siempre con ciertas reservas), el trato que se dispensaban a los internos en los centros públicos y privados.
En 1938, el fotógrafo Alfred Eisenstaedt, que sería mundialmente famoso por su fotografía de un marinero besando a una enfermera tras la Segunda Guerra Mundial, realizó un magnífico reportaje en el interior del Hospital Pilgrim State de Long Island. He aquí una breve selección:
Tratamientos antiguos para enfermedades mentales
Los tratamientos de la época eran de los más bizarros. Hay una película «El balneario de Battle Creek» (1994), que muestra estos lugares con todo lujo de detalles. La recomiendo, aunque advierto de que puede herir ciertas sensibilidades.
También en la serie American Horror Story, pese a ser de ficción, se describen ciertos elementos reales, como un dispositivo rotatorio que le hacía dar vueltas a la cabeza, en plan la niña del exorcista. Supuestamente buscaban la acomodación de ciertas vértebras para influir en la mente.
Otra técnica consistía en marcar la cabeza con un hierro, para que el condenado pudiera recuperar el sentido, y digo condenado porque una vez se entraba en aquellas instituciones ya no se salía. Durante muchos años, las cadenas, las torturas, las máscaras, las mordazas, las camisas de fuerzas, el hacinamiento en condiciones infrahumanas, la nefasta alimentación, el electro-shock, las terapias de vapor o de agua fría, los latigazos, las pruebas con medicamentos experimentales, el LSD, la morfina… Todo era apto para tratar de curar o simplemente someter a aquellas personas a las que se solía despojar de su humanidad. Por ejemplo, el doctor Manfred Sakel, indujo el coma diabético a una serie de pacientes esquizofrénicos, de los cuales ninguno sobrevivió. Se cuenta también que el Sr.Kellogs (sí, el de los cereales), ideó sus cereales para que sus clientes tuvieran el estómago lleno por las noches y no cayesen en la pecaminosa y “peligrosísima” práctica de la masturbación. Ahora, cuando os comáis unos cereales, ya no los veréis igual.
Estos lugares de exterminio fueron abandonados gradualmente, aunque más que por el avance de la ciencia o por motivos piadosos, fue principalmente por la incapacidad de los gobiernos para mantenerlos.
Conclusiones personales
Ante todo, os quiero decir, que no estoy haciendo apología en contra de las instituciones psiquiátricas, sólo quería evidenciar que, aunque se ha avanzado muchísimo en el tema, todavía queda mucho trabajo por hacer al respecto. Aún existe una cierta tendencia, en forma de sobre-medicación o de centrarse más en los síntomas que en las causas, que deja entrever ese oscuro legado.
Un pueblo que no conoce su pasado, tiende a repetirlo.
Anónimo